ENLAZADAS
Bohodón Ediciones S.L. Madrid (2019)
INTRODUCCIÓN
Albergaba el proyecto de escribir una historia reveladora de la subordinación y el lastre que la dependencia sentimental ocasiona. Los ejemplos abundan en los ensayos de psicología. La narrativa, la poesía, las letras de las canciones, los libretos operísticos, los guiones cinematográficos y teatrales han encontrado a menudo su fuente de inspiración en vidas que se malogran por anclarse en otra persona. Mi intención era ahondar no solo en el caso, tal vez más común, de la dependencia en una relación de pareja, sino en otras modalidades de subordinación sentimental. Así surgieron, de manera consecutiva, las tres vidas dependientes que siguen: una historia de lo que se ha convenido en llamar “amor romántico”, otra fraguada cuando una persona se encuentra literalmente apresada en una situación de la que difícilmente hay salida -un tipo de dependencia extrema- y una tercera originada en las redes sociales. El amor que sienten los personajes de Torres Gemelas (Estrella) y de Tienes una solicitud en Facebook (Margot) es un sentimiento idealizado, y en el segundo caso, además, reincidente. Cegadas por las emociones, adornan a las personas de las que se han enamorado con virtudes de las que carecen. La enamorada desciende algunos peldaños e instala a la otra persona en un pedestal. El corazón se descontrola, el deseo de vínculo no conoce límites y surge un ansia de vivir emociones con intensidad desconocida hasta entonces. Por otra parte, el sentimiento afectivo inmoderado de Mar (Bataclan 2015) se concibe en una circunstancia vital extraordinaria, opresiva y angustiosa.
Las historias que conforman estas vidas dependientes son todas ellas de ficción, sin embargo, con el consentimiento de la mujer que vivió una de ellas, he conservado de manera exacta todos los elementos que se refieren a la red social en Tienes una solicitud en Facebook. Quería poner en evidencia con detalle las consecuencias que acarrea el establecimiento de relaciones sentimentales en la red para que mi aportación fuera fidedigna y efectiva.
En el libro encontraremos las vidas de mujeres inteligentes, con autonomía profesional pero que, sin embargo, se sintieron indefensas en la mayor parte de su existencia. Una de ellas medía su valía en función de si era o no amada, otra se sentía atada tras sufrir una terrible experiencia, otra buscaba la evaluación y la protección de quien consideraba superior y posteriormente se encontró presa en una telaraña estrafalaria cuyos hilos no era capaz de cortar. En todo caso, estas mujeres aferradas al miedo de la pérdida, desposeídas del control de sus sentimientos y presas del caos emocional sentían un apego tóxico incondicional.
Los relatos tienen lugar entre 2001 y 2015 y la edad de sus protagonistas en la época de su cataclismo sentimental oscila entre los cuarenta y cinco y los sesenta años, aunque a lo largo de las narraciones conoceremos la vida anterior de cada una de ellas, así como la historia de otra mujer a quien la protagonista se ve atada y que, igualmente, sufrió los estragos de la dependencia.
Estrella (Torres Gemelas) es un exponente del consabido flechazo. El amor en su forma más intensa y súbita viviendo un sueño eufórico; además se conjuga el componente de la clandestinidad, que fomenta la adicción por la restricción temporal y las trabas que supone la dificultad en la relación. La protagonista se encuentra además inmersa en un episodio excepcional que le hará comprender con claridad su absurda relación anterior.
Mar y Marie-France (Bataclan 2015) se ven involucradas en circunstancias extremas que no pudieron evitar aunque sí habrían podido ahorrarse el destrozo vital que su obsesión por otra persona les acarreó.
Margot (Tienes una solicitud en Facebook) no fue testigo de eventos dramáticos como los de las mujeres anteriores pero su vida relacional estuvo plagada de altibajos producidos por su tendencia a la subordinación y su flaqueza emocional.
En la historia de Estrella (Torres Gemelas) intervino de manera tan decisiva su amiga Pilar, el apoyo incondicional de su vida, que se convirtió en la narradora introduciendo así un punto de vista cercano al de la protagonista aunque no por ello coincidente.
He aportado gran cantidad de elementos de la vida anterior a la hecatombe de cada una de las mujeres que revelan los rasgos de su carácter y la situación vital y sentimental en la que se encontraban.
Es indispensable aclarar que no todos los estados de dependencia sentimental son producto de relaciones amorosas. Como veremos en la historia de Mar (Bataclan 2015) la dependencia se produce por otro tipo de unión más compleja que las de las otras mujeres debido a la coyuntura extraordinaria en la que se encontró.
En todo caso, las relaciones de dependencia se dan tanto en parejas como en el seno de una familia o entre amigos y, por supuesto, en muchas relaciones laborales (como en el caso de Margot, Tienes una solicitud en Facebook).
En nuestras historias, la dependencia se refleja tan solo en personajes femeninos. La mayor parte de los ensayos sobre dependencia sentimental se refiere a mujeres; es cierto que el apego no es exclusivo de estas pero puesto que en la experiencia afectiva de tantas mujeres se encuentra este tipo de adicción, como yo misma he podido comprobar a lo largo de los años de dedicación al “mal de la dependencia”, opté por la perspectiva femenina convencida de que sabría captar mejor sus sentimientos y emociones, su tendencia a acogerse a una supuesta seguridad y su ansia por no soltar a la persona de la que se quedan literalmente colgadas. El problema de la dependencia de las mujeres es, todavía hoy, demasiado frecuente; aunque no se las eduque ya como seres poco capaces para valerse por sí mismas en muchos aspectos de la vida cotidiana todavía se les inculca desde muchos frentes que en las relaciones afectivas el vínculo es el núcleo de la vida y se les transmiten tantos temores e inseguridades que se crean patrones de conducta maternal (con conducta de atención extrema y sobreprotección hacia el hombre) e infantil al mismo tiempo (con conducta inmadura necesitada de protección del hombre). En cambio, a los niños se les impulsa a tener el control de las situaciones, a no depender de los demás, a ser autónomos. Las mujeres, más afectivas por naturaleza – estoy convencida de ello tras muchos años de estudio sobre los sentimientos -, tienen más facilidad para caer en la supeditación por su necesidad de seguridad emocional y su ambición de ser amadas. Por ello, estarán dispuestas a lo que sea para lograr que alguien las ame según los patrones aprendidos y la concepción del amor que se han forjado, un amor perfecto que satisfaga sus necesidades sentimentales sin comprender que, en realidad, lo que necesitan más que a la persona es la idea del amor que tienen incrustada en su mente. Y esa necesidad les produce un miedo incontrolable a la pérdida. El miedo es una emoción primaria que permite la supervivencia y que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza. De ese modo, cuando un ser percibe una amenaza reaccionará con angustia y miedo poniendo los mecanismos de defensa necesarios para hacer frente a dicha amenaza. Hasta aquí el miedo es provechoso, permite el ataque o la huida necesarios para la autodefensa. Sin embargo, el miedo puede desencadenar autodefensas psíquicas que no defienden de nada por una necesidad exacerbada de seguridad, por ejemplo por carencias emocionales. Cuando una persona presiente o imagina que puede perder su salvavidas sentimental presenta un alto grado de urgencia en movilizar acciones de hipervigilancia por miedo a la soledad y la incertidumbre ante un futuro sin esa persona que significaba su estructura sentimental. Y soportará lo que no es adecuado para su autoestima siendo incapaz de comprender que hay vida más allá de esa otra persona, una vida mucho más sana y satisfactoria y que hay infinidad de caminos que se pueden emprender tan solo con querer salir del que está coartando su existencia. Pero la obsesión, la idea fija incrustada en la mente con tenaz persistencia impide el salto. La obsesión sentimental es una de las manifestaciones que parasitan el adecuado funcionamiento mental de una persona; el apego obsesivo destruye la vida mental sana y la esencia de uno mismo es ofrendada incondicionalmente en forma de capitulación, rendición/sumisión guiada por el miedo con el fin de pretender conservar lo que supuestamente ofrece la relación.
¿Qué factores confluyen para que las personas caigan en tal estado de enajenación? Seguramente encontrarse en una situación límite o bien vivir desilusionadas en su vida personal y con carencias que desearían colmar. En otras ocasiones la atracción del riesgo, la clandestinidad, incluso el morbo y ello supone la atracción del peligro, la sensación novelesca, la huida de la cotidianidad, la necesidad de vivir la alteridad, la entrega ilimitada. El esplendor de la entrega ilimitada no conoce límites ni razones, no es precavido y ahí radica su belleza osada e inconsciente. Es cuando se produce la inestabilidad, la pérdida de la responsabilidad para con uno mismo, estado poco beneficioso, ciertamente, y ese es el misterio porque a sabiendas de que se está viviendo una situación límite, que el desenlace será nefasto y las consecuencias dañinas con toda probabilidad, no se hace nada por salir, al contrario, se sigue sin pausa porque la necesidad de entrega es adictiva. Se siente el esplendor de la vida novelesca y se la prefiere a la cotidiana sin sobresaltos, sin palpitaciones, sin exuberancia. La desesperación de una vida infeliz o por lo menos poco satisfactoria prepara el terreno para sucumbir al caos de un amor crispado y desahuciado. Todo vale con tal de no perder lo que de antemano está perdido. El pánico a la incertidumbre, carecer de expectativas y de asideros empuja al vacío de la dependencia, pero a veces una escondida insatisfacción de la que ni siquiera se es consciente es la que propicia ese derrotero.
Aunque he insistido en algunas explicaciones sobre el proceso de dependencia afectiva no ha sido mi propósito escribir un libro de autoayuda sino un libro de relatos sobre la tragedia que acarrea la dependencia sentimental, consecuencia en muchas ocasiones del amor como pulsión, que impele hacia lo que se necesita por una carencia afectiva y que es siempre búsqueda insatisfecha. Este hecho explica la debilidad de la persona afectada por esta insatisfacción y su alienación, la renuncia del yo porque el amor desmedido es absorbente y monopolizador, descontrolado, irresponsable y destructor del respeto que cada persona se debe a sí misma.