Apodos colectivos

LOS APODOS COLECTIVOS: ESTUDIO LINGUISTICO Y PRAGMATICO


In Actes del Congrés Internacional de Toponímia i Onomàstica Catalanes.

Universitat de València: Editorial Denes, 2002, pp.155-162.



A.Emma Sopeña Balordi
Universitat de València


a Davi


1. El apodo: denominación expresiva
El trabajo que sigue consiste en un estudio desde diferentes puntos de vista lingüísticos y pragmáticos de un corpus de apodos colectivos procedentes de una recopilación francesa (BERNARDY, 1962), realizada en los municipios del departamento de Gard. El territorio abarca la zona del Bajo Languedoc, la orilla derecha del Ródano, desde Beaucaire y Pont-Saint-Esprit hasta Narbona.
Los apodos suponen una denominación expresiva, espontánea y consciente que puede describir a un miembro de la colectividad o a ésta en su conjunto, actualizando alguna de sus características. Esta actualización puede realizarse utilizando, entre otros recursos, la similaridad – la metáfora (e.g.lis oursé, en general en el Département du Gard, los trabajadores de imprenta, por ser algo huraños al trabajar en unas condiciones poco favorables, en talleres sombríos y pequeños) – o la contigüidad – la metonimia (e.g.lous pétassa, Domessargues, ropa remendada).
Por otro lado, la denominación expresiva conlleva una serie de valores afectivos, estéticos, morales que se atribuyen al destinatario.
Los apodos, fiel reflejo de la expresividad popular, presentan como elementos característicos la concretización de lo abstracto, la degradación de valores estéticos, morales y afectivos, el sarcasmo y la ironía, y se aprecian en ellos dos rasgos complementarios, la intensidad y la afectividad, en tanto que la intensidad de la expresión está ligada a valores afectivos, la vision populaire ne distingue pas l’objet des réactions affectives qu’il suscite. (GUIRAUD, 1973: 84)
En toda forma lingüística popular se encuentra una expresividad hipertrofiada
ceci par l’absence d’une éducation qui inhibe, ailleurs, l’étalage de nos sentiments et de nos émotions; faute, d’autre part, d’une instruction qui nous impose les contraintes d’un langage appris et dont les règles se sont définies par des emplois purement cognitifs et logiques. (GUIRAUD, 1956: 41)
La mentalidad del pueblo se asoma sin cesar a la superficie de su expresión, y sus palabras reflejan su visión del mundo. El lenguaje popular es «materialista», sus palabras nacen de la experiencia cotidiana, y, para crearlas, se apoya en la realidad inmediata. A la degradación de los valores sentimentales corresponde la de los valores estéticos. Asimismo el sarcasmo y la ironía, el desprecio y el odio son una rica fuente creativa. El lenguaje se libera por medio de la exteriorización de la irrespetuosidad. El pueblo tiene una visión cómica del mundo, sobre todo por su incapacidad de abstraer, y el desprecio ayuda a afirmar la propia seguridad. Los apodos injuriosos expresan menos una idea de la/s persona/s que un sentimiento. Tales denominaciones son actos que confunden el decir con el hacer, son enérgicos y proclaman el no-valor del «objeto» denominado; por este mismo mecanismo, afirman el propio valor del locutor como expresión de una voluntad de poder, pero ineficaz e insatisfecha, según Guiraud (1975: 119). Es el producto de la frustración y de la impotencia. El producto de una inseguridad, de una angustia, de un sentimiento de inferioridad en muchos casos que el acto verbal agresivo intenta compensar substituyéndose incluso a una eventual agresión física. Utiliza por ello un lenguaje vulgar y materialista, que se escapa: tout se passe comme si ces éjaculations étaient en effet le degré zéro de la parole, plus proches du réflexe que de la réflexion. (HUSTON, 1980: 10).

2. El apodo: atentado contra la imagen
De la recopilación de la que hemos extraído nuestro corpus hemos seleccionado apodos que de una manera u otra atentan contra los destinatarios agrediendo su imagen. Esta noción de imagen como categoría pragmalingüística procede de Brown y Levinson (1978) que se inspiraron en los trabajos de Goffman (1967). El término face por ellos acuñado, que en español se viene llamando imagen, se emplea en sentido metafórico refiriéndose a la personalidad del hombre como miembro de la sociedad de la que forma parte, y en la que pretende tener y conservar un prestigio, una imagen pública, actitud que está ligada a la cortesía en tanto que de la necesidad de salvaguardar esta imagen pública se derivan todas las estrategias de la cortesía. Los apodos seleccionados, como ataque a la imagen de los destinatarios, suponen un acto verbal descortés. Dentro del concepto de imagen se distingue entre la imagen negativa – correspondiente al término de Goffman territorios del yo (corporal, espacial o temporal, bienes materiales y cognitivos, acciones) -, necesidad del individuo de que sus acciones no se vean impedidas o entorpecidas por los demás, de tener libertad de acción, de dominar el propio territorio. La imagen positiva es la necesidad del individuo de que sus actos sean compartidos y aprobados por el entorno, de ser apreciado por los demás, corresponde al narcisismo o conjunto de imágenes valorizantes que los interlocutores construyen e intentan imponer de ellos mismos en las interacciones verbales. Los apodos mostrarán actos verbales de desaprobación de diferente índole, crítica, desprecio, alusión a temas tabú e insultos de toda clase. Un gran número de actos verbales, entre ellos los del tipo de denominación que nos ocupa, merman la imagen produciendo lo que se ha venido en llamar FTA (Face Threatening Acts, ACI Actos Contra la Imagen). Hay actos que amenazan o agreden la imagen positiva y otros que agreden la negativa. El tipo de descortesía que suponen los apodos seleccionados quedaría enmarcado en lo que Kasper (1990) denomina descortesía intencionada irónica.
Procederemos en primer lugar a abordar el análisis de los apodos estableciendo diferentes tipologías, reservando para el final el acercamiento pragmático que estudiará diferentes facetas de la imagen amenazada de los designados por este tipo de apelativos.

3. El apodo: tipologías de estudio
Se puede realizar un acercamiento a este tipo de denominación a nivel fonético, morfosintáctico, semántico, retórico, y atendiendo a ciertos factores pragmáticos.

3.1- Nivel fonético
Algunos ejemplos, además de ser portadores de significado intencional, presentan una evidente fuerza fonética por acumulación de determinados fonemas:
lous curo-oulo (Concoules) (limpiadores de marmitas)
tusto-balustro (Domessargues) (que tropieza con las balaustradas)

3.2. Nivel morfosintáctico
La recopilación presenta una variada tipología de construcciones morfosintácticas.
Hallaremos simples nombres y adjetivos o participios:
boumian (Rocheford-du-Gard) (bohemios),
écourté (Sauve) (bajito).
Estructuras simples de sintagma nominal formadas por determinante + nombre o adjetivo en función de nombre:
la bloda (Théziers) (blusa grande),
li lézèr (Villeneuve-les-Avignon) (los lagartos),
li jalous (Aubord) (los celosos).
O nombre + complemento del nombre:
cap de coutou (cabeza de algodón, tonto) (Limoux),
nombre (con o sin determinante) + epíteto: li pel roujo (pelirrojos)(Théziers).
O estructuras de sintagma verbal: manjo tripo (Alès).
Son más frecuentes las formaciones de palabras derivadas que las compuestas. Entre las primeras tan sólo aparece el prefijo des- en varias ocasiones:
desengraissaire (St-Trinit),
descervela (sin cerebro) (Les Matelles),
desauréïa (sin orejas, es decir orejas pequeñas) (Aimargues);
y algunos sufijos -ot, peïrot (que se pavonea) (Teyran),
-et, foutralet (pequeño tonto) (Béziers),
-ard: picard (que se pica) (St-Jean-de-Fos).
Entre las palabras compuestas:
combinación de verbo + nombre: escoulo-buretto (escurre-vinajeras) (apodo generalizado en países de lengua de Oc),
li rasa-taoulo (afeitadores de mesa, muy comedores) (Aigladines),
nombre + nombre: soureïo-véntre (vientre al sol) (Cornillon); adverbio + verbo: maù parla (Maubec);
adjetivo + nombre: lous miéjo-lévito (media levita) (Avèze);
o nombre + adjetivo: li ventro-blu (color de la piel producido por enfermedades epidémicas) (Aigues-Mortes);
verbo + pronombre: vaù-rèn (vale nada) (La Vacquerie);
verbo + participio: cap-brulat (Beaulieu).

3.3. Nivel semántico: áreas léxicas
Los oficios y profesiones, la religión, la alimentación, el paisaje, la fauna y la flora, la indumentaria son áreas que ofrecen una fuente de creación de apelativos.
sensa-son (sin sueño, los aduaneros) (apodo general de lengua de Oc)
li sounaïé (pastores que ponían cencerros a las ovejas) (apodo general de lengua de Oc)
lou manjo-Diou (evocando el misterio de la transubstanciación) (apodo general de lengua de Oc)
lous flasco (curas, aludiento a las botellas de vino para la misa) (apodo genral de lengua de Oc)
gratto-papié (pasantes de notario) (Bielle)
mange-oignons (Alzon)
manjo-granouillo, granouié, (ranas) (Meynes)
lous escourpioun, (Souvignargues)
lous terro grasso, (Saint-Hippolyte-de-Caton)
déraba-poto, (arrancadores de tomillo) (Les Clapiers)
esterpo-bruso (arrancadores de brezo) (Tauriers)
cigalié (que coge las cigarras) (Châteauneuf-du-Pape)
lévito (levitas) (St-Georges d’Orgues)

3.4. Nivel retórico
En este nivel distinguiremos dos tipos de asociaciones: asociación por similaridad en la que clasificaremos los apodos metafóricos, y asociación por contigüidad o apodos metonímicos.
En el planteamiento clásico, dicen Lakoff y Johnson (1995: 11) la metáfora surge de la inserción en un determinado contexto de una nota que proviene de otro distinto. En las expresiones metafóricas se produce una selección de los rasgos del término ajeno que son pertinentes para la interpretación, y a veces los términos actúan arquetípicamente y otras no. Apoyándose en multitud de ejemplos, estos autores demuestran que la metáfora está muy presente en el lenguaje cotidiano, y a partir de esta monografía, la metáfora ocupa una posición esencial dentro de la lingüística cognitiva, en tanto que no se contempla como una mera figura retórica, ni como una anomalía lingüística sino como un proceso cognitivo que impregna nuestro pensamiento y nuestro lenguaje. En esta línea, Cuenca y Hilferty (1999: 98) llegan a la conclusión de que puesto que la metáfora radica en nuestro sistema conceptual, ésta constituye un mecanismo para comprender y expresar situaciones complejas sirviéndose de conceptos más básicos y conocidos.
Siguiendo a Lakoff (1987) cabe distinguir entre la metáfora conceptual y la metáfora de imagen. La primera funciona como una especie de plantilla cognitiva que proporciona campos semánticos de expresiones metafóricas, es una especie de pauta para expresiones metafóricas concretas. La segunda es una metáfora concreta – Lakoff (1987) impone a las metáforas de imagen la condición de no pertenecer a ningún sistema metafórico -, sobre todo de tipo visual, que proyecta la estructura esquemática de una imagen sobre la de otra, basándose en correspondencias entre facetas perceptivas del dominio origen y del dominio de destino. Así, por ejemplo, en el plano de las expresiones metafóricas conceptuales, únicamente se proyectan determinadas características relevantes de determinados animales sobre las personas (burro – ignorancia; cerdo – suciedad, etc.). La selección de estos animales como base metafórica se debe a que son prototípicos, es decir los ejemplares más idóneos, los mejores representantes de una categoría por poseer las propiedades juzgadas como «típicas» de la categoría. Las categorías cognitivas son conceptos mentales almacenados en nuestro cerebro a través de un proceso mental de clasificación, «grupos de objetos del mundo relacionados a causa de las similitudes que mantienen entre sí, organizados alrededor de una imagen central prototípica del miembro de la categoría que es más representativo de todos.»(ROSCH, 1978: 213)
La figura de la metonimia es la que ha suscitado más interés en la lingüística cognitiva. En una primera aproximación, la metonimia puede definirse cognitivamente como un tipo de referencia indirecta por la que aludimos a una entidad implícita a través de otra explícita (CUENCA – HILFERTY, 1999: 110). La metáfora y la metonimia son semejantes en tanto que ambos fenómenos constituyen procesos conceptuales que relacionan entidades. Pero a diferencia de la metáfora que opera entre dos dominios, la metonimia opera dentro de uno solo. La metonimia asocia dos entidades conceptualmente contiguas pertenecientes al mismo dominio. Al igual que existen metáforas conceptuales, existen también metonimias conceptuales, y como las metáforas conceptuales, éstas funcionan como plantillas para la creación de expresiones metonímicas.

3.3.1. Apodos metafóricos

Como ejemplos de metáforas conceptuales con ejemplares prototípicos;
loups (Les Aires), poulin (Pézenas), poulinet (Béon), bourricot (St-Laurens), bourro (Ceyras), granouié (Meynes) (ranas).
Los apodos constituidos por metáforas de imagen, a partir de correspondencias menos prototípicas:
caméù (Béziers) (camellos), coulobre (Malemort), ringolo (Sauveterre) (pequeñas lagartijas), masclé  dé cacalauso (Vénéjean) (macho de caracol; teniendo en cuenta que estos animales son hermafroditas, estamos inclinados a pensar que se trata de un apodo irónico).

3.3.2. Apodos metonímicos
Los apodos siguientes son una selección de metonimias de imagen.
Una característica del físico producido por diversas circunstancias puede dar lugar a la creación del apodo, tal es el caso del apodo ya citado li ventro-blu (Aigues-Mortes), por el color de la piel producido por enfermedades epidémicas de la región.
Alguna característica, sobre todo negativa, de los habitantes de un pueblo puede dar pie al apodo, enfuma (St-Michel), de «enflammé», encolerizado.
Una expresión reiteradamente utilizada por un grupo de población, puede conllevar la creación del apodo, ti-brulé (Saint-Jean-du-Gard) procede de la contracción de la imprecación «lou diablé ti brulé», (que te queme el diablo), al parecer utilizada frecuentemente por los habitantes de dicho pueblo.
Un suceso acaecido en un pueblo puede provocar que todos los habitantes del pueblo pasen a ser llamados por los de otras poblaciones mediante un apelativo que recuerda tal acontecimiento, négo-évesqué (Antibes) (ahogador de obispo).

3.5- Nivel pragmático

En este nivel, proponemos en primer lugar aquellos apodos que sitúan a los apodados en un determinado estrato social. Desde el más bajo hasta el más alto.
noble (Castries), richas (Eyguières), rendié (Bédarrides), baroulaïre (Olmet) (vagabundo), y el irónico por antífrasis noblo gùs (Verrerie de Moussan) (noble pordiosero)

Hemos hablado con anterioridad del apodo como acto amenazador de la imagen; la mayor parte de estos apelativos agrederán la imagen positiva, es decir las imágenes valorizantes, atribuyendo defectos, vicios de toda índole.
En el terreno de los simples insultos o palabras ofensivas:
Orgullo:
fanfaroun (Bollène)
rogué (St-Dizier) (arrogante)
vantaïré (Villes) (fanfarrón)
temperamento colérico:
li saouvajé (Cavillargues)
picard (St-Jean-de-Fos) (que se pica)
temperamento melancólico:
charrin (Montmoiran) (huraño)
espaùra (St-Drézéry) (asustadizo)
pereza:
feiniant (Vézénobres)
depassié (Ceyrac) (que va despacio)
avaricia:
usurié (Cahors)
rascas (Aumès)
envéjous (Montlaur)
torpeza:
li patatéu (Sabran)
nescié (Sénéchas)
néné (Calvissonnais (de mentalidad infantil)

Más crueles son los apelativos que atacan alguna deformidad física:
cambalu (Sainte-Cécile-d’Andorque) (piernas largas)
lis escambarla (Bouillargues) (piernas arqueadas)
li varàu (Théziers) (granos)
tridat (Mascaras) (débil)

La imagen negativa o territorios del yo, hemos visto que se traduce por la necesidad del ser humano de que sus semejantes no se interpongan entre sus propias decisiones y la realización de sus acciones, así como por el deseo de defender sus bienes corporales, espacio/temporales, materiales y cognitivos. Algunos apodos has sido creados precisamente porque los designados han violado algún aspecto del territorio ajeno:
badaù (Bourg-St-Andéol) («badaud», curioso, mirón), este apodo supone la invasión del territorio espacial y cognitivo ajeno.
voulùr (La Caunette) (ladrón) y vida-saco (Usclas) significan la usurpación de los bienes materiales ajenos
pas-geïna (Pertus) («sans gêne», fresco, descarado) tal vez la invasión en varios territorios, al igual que malo-fé (Monassut) (mala fe), y garrot (Beaumont) (patán), moucaïré (Chassiers) (burlón)
Se puede dañar el territorio ajeno no solamente con el ataque directo y frontal, la falsedad y la hipocresía supone igualmente un perjuicio:
coumédian (Salasc), couplimèntous (Sallèles), flatous (Souteyrargues)

4. Comentario final
Este tipo de denominación analizado, que presenta la particularidad de designar a grupos de población, ha sido objeto de muy escasos estudios. Si analizar las motivaciones de los apodos indivuales resulta en ocasiones complejo, intentar comprender cómo los vecinos de una comunidad han pasado a ser portadores de un determinado apodo puede ser tarea casi imposible. Nuestra tarea tan sólo ha consistido en abordar el fenómeno desde diferentes puntos de vista lingüísticos (fonético, morfosintáctico, semántico, retórico) y pragmáticos. Este último acercamiento es tal vez el que más interés suponga por cuanto abre más perspectivas de análisis. Nuestra aportación incluye la clase social y el concepto pragmalingüístico de imagen – positiva / negativa .


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