SOPEÑA BALORDI, A.Emma (2010)»El perfil del criminal en cuatro cuentos de Poe». In: Genius and Psychosis in Edgar Allan Poe: New Interdisciplinary Perspectives. Estévez, N. et al. (eds.) Universitat de València, Servei de Publicacions. pp.163-173. ISBN: 978-84-694-0751-6
Resumen
El perfil del criminal en cuatro cuentos de Poe
El objetivo del perfil criminológico es delimitar las características de la personalidad del criminal focalizando las posibilidades de investigación. Nuestro trabajo se basa en el análisis del discurso de los narradores criminales de cuatro cuentos de Poe. En ellos estudiaremos las escenas de los crímenes, el modus operandi, las firmas o motivos de los crímenes, la victimología y la selección discursiva de los narradores. La personalidad psicópata comete acciones criminales sin experimentar sentimiento de culpa; incapaz de experimentar emociones, se excita con el riesgo, no admite normas y presenta rasgos de impulsividad, irresponsabilidad e irritabilidad, capacidad de seducción y manipulación.
Palabras clave:
perfil criminal, discurso del criminal, personalidad psicópata
Criminal profiling in four stories by Poe
The aim of criminal profiling is to establish the features of a
perpetrator’s psychology in order to zero in on the possibilities of the investigation. This paper analyses the discourse of criminal narrators in four tales by Poe. The objects of study are the crime scenes, the modi operandi, the signatures or motives of a crime, victimology and the discursive selection of narrators. The psychopathic personality executes crimes without experiencing any feeling of guilt; unable to feel emotions, the perpetrator becomes excited with risk, rejects norms and is typically impulsive, irresponsible and easily irritated; furthermore, the criminal mind possesses the skills to seduce and manipulate others.
Key words: criminal profiling, discourse of criminal subjects, psychopathic personality
El perfil del criminal en cuatro cuentos de Poe
1. Introducción
Siguiendo a Garrido (2006), el objetivo del perfil criminológico es delimitar las características de la personalidad del criminal focalizando las posibilidades de investigación. No obstante, el perfil tiene sus limitaciones, no es una ciencia exacta, está basada en el análisis de la huella psicológica que el asesino deja en sus crímenes y en datos estadísticos recogidos de otros casos y de los datos teóricos aportados por la psicología y la criminología. Se trata, por lo tanto, de un estudio de probabilidades. Uno de los ámbitos de este análisis del perfil es su función teórica, puesto que sirve para profundizar en el conocimiento del hecho criminal.
El trabajo que hemos emprendido se basa en el análisis del discurso de los narradores criminales de cuatro cuentos de Poe. En ellos estudiaremos los siguientes elementos:
a) las escenas de los crímenes, lugares elegidos por los criminales de las obras analizadas para matar a sus víctimas
b) el modus operandi, métodos utilizados para llevar a cabo los crímenes, describe las técnicas y las decisiones tomadas por los asesinos, cómo se realizan los crímenes y qué características psicológicas se pueden deducir de los métodos (planificador, inteligente, descuidado, perfeccionista, sádico…)
c) las firmas, esto es los motivos de los crímenes, el por qué, reflejan las razones por las que los asesinos llevan a cabo los homicidios; presentan qué quieren decir los asesinos con los crímenes y pueden explicar sus necesidades psicológicas
d) la victimología, protagonista del hecho criminal,
nos da información de cómo su asesino se relaciona con sus víctimas, lo que nos proporciona una huella psicológica importante para realizar el perfil. En un crimen hay dos protagonistas, el asesino y su víctima, entre ellos hay una relación, el asesino usa a la víctima para narrar su historia, para satisfacer sus fantasías personales pero también para dejar constancia de su relación con el mundo. Y es en esta relación donde se refleja más su personalidad (Jiménez, 2006).
e) la selección discursiva de los narradores; por medio del propio discurso de los cuatro narradores, intentaremos conocer el perfil psicológico que Poe ha creado.
2. La personalidad psicópata: el perfecto depredador
El psicópata comete acciones criminales sin experimentar sentimiento de culpa por su total ausencia de escrúpulos, puede ser una persona de comportamientos aparentemente normales pero incapaz de empatizar, por lo que interactúa con los demás como si fuesen objetos utilizables para satisfacer sus necesidades. Incapaz de experimentar emociones, se excita con el riesgo, no admite normas y puede ser muy inteligente en la organización de sus acciones criminales. Presenta rasgos de impulsividad, irresponsabilidad e irritabilidad. Otra de sus características es, incluso, la capacidad de seducción, pero es un manipulador que, sabiendo diferenciar el bien del mal y conociendo las leyes, no le importan lo más mínimo, así como tampoco el dolor infligido.
Los cuatro personajes elegidos para el presente trabajo corresponden a cuatro personalidades psicópatas, cuatro perfiles criminales.
3. El corazón delator
La historia presenta a un narrador obsesionado con el ojo enfermo de un anciano con el cual convive. Finalmente decide asesinarlo. El crimen es estudiado cuidadosamente y, tras ser perpetrado, el cadáver es despedazado y escondido bajo las tablas del suelo de la casa. La policía acude a la misma y el asesino acaba delatándose a sí mismo, imaginando alucinadamente que el corazón del viejo se ha puesto a latir bajo la tarima. No se sabe cuál es la relación entre víctima y asesino. La ambigüedad y la falta de detalles acerca de los dos personajes principales están en agudo contraste con el detallismo con que se recrea el crimen.
El narrador insiste, desde el primer momento, en que es una persona normal pero muy nerviosa, y esa enfermedad (sic) ha agudizado sus sentidos, sobre todo el del oído. El anciano tiene un ojo «propio de buitre, un ojo azul pálido, cubierto por un tenue velo» (Poe, 2001:117). A pesar del gran afecto que siente por él, la mirada del anciano le produce tal ansiedad que, de forma gradual, toma la decisión de quitarle la vida, librándose así para siempre de su ojo maldito. Se siente orgulloso de su hazaña, llevada a cabo con maestría, lo que pone en evidencia para demostrar que no está loco, ya que, desde su punto de vista, un loco no podría proceder con su pericia. Es hábil, taimado y demuestra grandes dosis de paciencia para conseguir su propósito.
Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. (El corazón delator)
Sin embargo, empieza a sentirse indispuesto, un malestar insoportable se hace presa de él, hasta terminar conduciéndole a la confesión para ponerle fin:
al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; (…) El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara… hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos.
Sin duda, debí de ponerme muy pálido, (…) el sonido aumentaba… Era un resonar apagado y presuroso…, un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, (…) el sonido crecía continuamente. (…) el sonido crecía continuamente. (…) el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar.
4. El barril de amontillado
El cuento se centra en la venganza como castigo implacable por un insulto cuyo contenido no llegamos a conocer. El asesino, Montrésor, se dirige a su/s interlocutor/es en lo que parece una confesión, pero no podemos tener la certeza, tal vez las palabras in pace requiescat son pronunciadas por el mismo asesino refiriéndose a la víctima. «Lo mejor que pude había soportado las mil injurias de Fortunato. Pero cuando llegó el insulto, juré vengarme. Ustedes, que conocen tan bien la naturaleza de mi carácter (El barril de amontillado).»
Los criminales de Poe son fríos y calculadores, perfectos depredadores, incapaces de exteriorizar – y seguramente de experimentar – el más mínimo sentimiento de piedad hacia el prójimo. Estudian la situación, el modus operandi y a la víctima al acecho de la oportunidad idónea para llevar a cabo su crimen. «No solamente tenía que castigar, sino castigar impunemente. Una injuria queda sin reparar cuando su justo castigo perjudica al vengador. (El barril de amontillado).»
Siempre son presas fáciles. En este caso, el hecho de estar bebido y de ir vestido de bufón en el Carnaval nos muestra el lado grotesco de la víctima: Poe lo desprecia y nos conduce igualmente a despreciarlo. Montrésor es, además, un pobre infeliz a quien se puede engañar fácilmente haciéndole caer en la trampa del orgullo de ser connaisseur de vinos. «Aquel Fortunato tenía un punto débil, (…). Se enorgullecía siempre de ser un entendido en vinos. (El barril de amontillado).»
La cripta es un estereotipado escenario gótico, oscuro, húmedo, con esqueletos … y allí se quedará el pobre infeliz, lapidado, haciéndoles compañía.
el suelo húmedo de las catacumbas de los Montresor. (…) Por entre las murallas formadas por montones de esqueletos, mezclados con barriles y toneles, llegamos a los más profundos recintos de las catacumbas. (…) Las gotas de humedad se filtran por entre los huesos (…) Pasamos por debajo de una serie de bajísimas bóvedas, bajamos, avanzamos luego, descendimos después y llegamos a una profunda cripta, donde la impureza del aire hacía enrojecer más que brillar nuestras antorchas. En lo más apartado de la cripta descubríase otra menos espaciosa. En sus paredes habían sido alineados restos humanos de los que se amontonaban en la cueva de encima de nosotros, tal como en las grandes catacumbas de París. Tres lados de aquella cripta interior estaban también adornados del mismo modo. Del cuarto habían sido retirados los huesos y yacían esparcidos por el suelo, formando en un rincón un montón de cierta altura. Dentro de la pared, que había quedado así descubierta por el desprendimiento de los huesos (El barril de amontillado).
El psicópata recobra la sobriedad al darse cuenta de lo que le va a suceder, pretende huir pero en vano intenta liberarse; sus lamentos son un dulce canto para los oídos de su asesino. «¡Je, je, je! Sí, el amontillado. Pero, ¿no se nos hace tarde? ¿No estarán esperándonos en el palazzo Lady Fortunato y los demás? Vámonos. (…) ¡Por el amor de Dios, Montresor!» (El barril de amontillado).
5. El demonio de la perversidad
El demonio de la perversidad es un discurso autopunitivo y autodestructivo. A diferencia de El corazón delator, este texto no presenta los detalles meticulosamente, el modus operandi está poco elaborado pero sabemos que es perfecto por sus resultados. Sin embargo, incomprensiblemente, empieza a obsesionarse con la idea de delatarse a sí mismo, pierde la razón y confiesa su crimen. La «perversidad» – perverseness en el texto original – remite a un impulso primitivo e inmotivado que empuja a quien lo padece a cometer delitos, incluso en contra de sus propios intereses. No es la única vez que esta tendencia aparece en Poe, como veremos más adelante, en El gato negro utiliza igualmente este problema psíquico al igual que en El corazón delator.
La perversidad es pues entendida por Poe como la capacidad de ciertas personas para emprender acciones perversas con un móvil sin motivo, un motivo no motivado esta sinrazón conduce al sujeto a comportarse de manera incomprensible, y esta inclinación, en ciertas condiciones llega a ser absolutamente irresistible (El demonio de la perversidad). Una tendencia irreprimible a hacer el mal por el mal mismo: Es un impulso radical, primitivo, elemental (El demonio de la perversidad). Y nadie está a salvo de, en alguna ocasión, ejercer de perverso, incluso con el discurso:
No hay hombre viviente a quien en algún período no lo haya atormentado, por ejemplo, un vehemente deseo de torturar a su interlocutor con circunloquios. El que habla advierte el desagrado que causa; (…) se le ocurre la idea de que puede engendrar esa cólera con ciertos incisos y ciertos paréntesis (…) El impulso crece hasta el deseo, el deseo hasta el anhelo, el anhelo hasta un ansia incontrolable. (El demonio de la perversidad).
Para Poe, la perversidad es una instigación directa del demonio (El demonio de la perversidad) y el enunciador del cuento se considera una de las innumerables víctimas de este demonio de la perversidad.
Como los otros personajes analizados, el criminal es un hombre meticuloso que durante meses analiza escrupulosamente los detalles de su modus operandi con el fin de no dejar ningún detalle al azar; al final, inspirado en una obra literaria, se decide por el envenenamiento por inhalación utilizando una vela con emanaciones tóxicas. Realiza su crimen concienzudamente, elimina todas las posibles pistas con inteligencia y se siente satisfecho por su trabajo perfectamente ejecutado,
Es inconcebible el magnífico sentimiento de satisfacción que nacía en mi pecho cuando reflexionaba en mi absoluta seguridad. Durante un período muy largo me acostumbré a deleitarme en este sentimiento. (El demonio de la perversidad)
A diferencia de los otros tres cuentos objeto de análisis, en esta ocasión, el criminal tiene un objetivo material: hacerse con la herencia de su víctima. Sin embargo, la enorme complacencia que experimenta no procede tanto del disfrute de la riqueza como de su hazaña perversa: «Me proporcionaba un placer más real que las ventajas simplemente materiales derivadas de mi crimen.» (El demonio de la perversidad)
Cuando empieza a notar los síntomas de la obsesión, se repite a sí mismo, como una letanía, estoy a salvo; como un obsesivo compulsivo, el asesino sigue repitiéndose el conjuro con idéntica formulación hasta que, un día, lo cambia: Estoy a salvo, estoy a salvo si no soy lo bastante tonto para confesar abiertamente. El criminal de esta historia padece trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y queda preso de una cavilación que le llevará al desastre. El TOC es un síndrome psiquiátrico perteneciente al grupo de los desórdenes de ansiedad, caracterizado por obsesiones, ideas, pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes y persistentes que son egodistónicos, es decir, producidos involuntariamente, pensamientos que invaden la conciencia y que son vividos como muy negativos o sin sentido; el enfermo realiza intentos para ignorarlos o suprimirlos, pero es incapaz de conseguirlo. Los llamados atormentados y obsesivos puros experimentan pensamientos negativos reiterados, que resultan incontrolables y muy perturbadores, no obstante, a diferencia de quienes sufren los demás tipos de TOC, no se entregan a comportamientos reiterativos de tipo físico (compulsiones), sino cavilaciones reiteradas. La obsesión puede estar asociada a un sentimiento de culpa o de vergüenza.
Podemos comprobar que el sentido que Poe confiere al vocablo perversidad en este cuento es, precisamente, el de pensamiento obsesivo puesto que el criminal ya lo ha experimentado en anteriores ocasiones: «Tenía ya alguna experiencia de estos accesos de perversidad (cuya naturaleza he explicado no sin cierto esfuerzo) y recordaba que en ningún caso había resistido con éxito sus embates.» (El demonio de la perversidad)
Los pensamientos obsesivos de los atormentados y obsesivos puros pueden conducirles a realizar acciones contra el propio interés; esto es precisamente lo que le ocurre al protagonista: «la casual insinuación de que podía ser lo bastante tonto para confesar el asesinato del cual era culpable se enfrentaba conmigo como la verdadera sombra de mi asesinado y me llamaba a la muerte.» (El demonio de la perversidad)
Por ello, Poe lo denomina demonio de la perversidad. Una especie de venganza demoníaca enviada del más allá por la víctima. El criminal acude a comportamientos compulsivos, conductas repetitivas y aparentemente finalistas, que se realizan según determinadas reglas de forma estereotipada, la conducta no es un fin en sí misma, está diseñada para evitar algún acontecimiento. El acto se realiza con una sensación de compulsión subjetiva junto con un deseo de resistir a la compulsión, por lo menos inicialmente. Por lo general, el individuo reconoce la falta de sentido de la conducta pero le procura un alivio de su tensión. Tal es el comportamiento del criminal de la historia:
Al principio hice un esfuerzo para sacudir esta pesadilla de mi alma. Caminé vigorosamente, más rápido, cada vez más rápido, para terminar corriendo. Sentía un deseo enloquecedor de gritar con todas mis fuerzas. Cada ola sucesiva de mi pensamiento me abrumaba de terror, pues, ay, yo sabía bien, demasiado bien, que pensar, en mi situación, era estar perdido. Aceleré aún más el paso. Salté como un loco por las calles atestadas. (El demonio de la perversidad)
También sufre trastornos psicosomáticos: «abrí la boca para respirar. Por un momento experimenté todas las angustias del ahogo: estaba ciego, sordo, aturdido;» (El demonio de la perversidad)
Hasta que una fuerza más poderosa que su resistencia le conduce a la confesión de su crimen: la fuerza del demonio de la perversidad. Y en ese momento, alcanza la serenidad: «Dicen que hablé con una articulación clara, pero con marcado énfasis y apasionada prisa, como si temiera una interrupción antes de concluir las breves pero densas frases que me entregaban al verdugo y al infierno.» (El demonio de la perversidad)
6. El gato negro
El gato negro es, sencillamente, un relato espeluznante en el que el alcohol altera la personalidad de un hombre, convirtiéndolo en un ser irascible y furioso que acabará matando al gato que vive en casa con su mujer. Un demente sádico por adicción a la bebida que, por medio del relato, desea descargar su conciencia antes de morir. En este punto apreciamos una diferencia con los protagonistas anteriores, incapaces de exteriorizar sentimientos ni de necesitar liberarse de sus fantasmas y sus yerros. «Las consecuencias de esos episodios me han aterrorizado, me han torturado y, por fin, me han destruido.» (El gato negro)
El criminal se describe a sí mismo como un ser bondadoso y dócil, amante de los animales; su bondad incluso tuvo efectos perjudiciales para él ya que llegaba a convertirse en objeto de burla de sus compañeros. Se sentía dichoso con su mujer con quien compartía su amor por los animales. Pero su temperamento sufrió una transformación que el enunciador atribuye a la presencia del demonio en su interior. Se torna irritable, melancólico e indiferente hacia los sentimientos ajenos; precisamente esta actitud emocional es la que caracteriza, como hemos visto, al psicópata. Al principio de este trastorno de personalidad, el gato se libra de sus ataques de violencia, pero en un momento en que el felino, asustado por la violencia del amo, le muerde ligeramente la mano, se apodera del psicópata una furia demoníaca: «Fue como si la raíz de mi alma se separara de golpe de mi cuerpo; una maldad más que diabólica, alimentada por la ginebra, estremeció cada fibra de mi ser.» (El gato negro)
Es el momento del fin del animal, el protagonista le arranca un ojo con un cortaplumas. Sin embargo, de nuevo aparecen síntomas que diferencian a este personaje de los otros que nos ocupan: «Cuando la razón retornó con la mañana (…), sentí que el horror se mezclaba con el remordimiento ante el crimen cometido.» (El gato negro)
El sentimiento de culpa hemos visto que no existe en el psicópata; lamentablemente la sinrazón es mucho más poderosa: «mi sentimiento era débil y ambiguo, no alcanzaba a interesar al alma.» (El gato negro)
Pero debemos tener presente que el protagonista atribuye su perturbación demoníaca a los efectos del alcohol: ¿qué enfermedad es comparable al alcohol? (El gato negro). «Cuando la razón retornó con la mañana, cuando hube disipado en el sueño los vapores de la orgía nocturna» (El gato negro)
El alcohol es, como suele suceder, por un lado el elemento propulsor de los comportamientos violentos, por el otro el refugio del sentimiento de culpa: «Una vez más me hundí en los excesos y muy pronto ahogué en vino los recuerdos de lo sucedido.» (El gato negro)
El espíritu de la perversidad surge de nuevo. Ese impulso primordial que Poe considera permanente en el ser humano y que arrastra al hombre a buscar el mal para sí mismo; es la razón que lleva a los protagonistas de Poe a confesar contra su voluntad sus asesinatos, «una de las facultades primarias indivisibles, uno de esos sentimientos que dirigen el carácter del hombre.» (El gato negro)
La pulsión que lleva al individuo a cometer acciones malvadas por la simple razón de que no debía cometerla, el insondable anhelo del criminal que se veja a sí mismo, que violenta su propia naturaleza, que actúa con maldad impulsado por la misma maldad vacía de objetivo si no es el de dañar al prójimo.
La lucha entre el personaje y la maldad que se ha apoderado de su libre albedrío es feroz: «lo ahorqué mientras las lágrimas manaban de mis ojos y el más amargo remordimiento me apretaba el corazón;» (El gato negro)
El tema de la ley divina y humana surge en ese momento, al recordar su acción criminal:
una tendencia a transgredir lo que constituye la Ley por el solo hecho de serlo. (El gato negro)
lo ahorqué porque sabía que, al hacerlo, cometía un pecado, un pecado mortal que comprometería mi alma hasta llevarla -si ello fuera posible- más allá del alcance de la infinita misericordia del Dios más misericordioso y más terrible. (El gato negro)
Tras el acto criminal, el psicópata pierde su hacienda y fortuna en un incendio, y cae en profunda depresión, pero deja bien claro que sería una debilidad establecer relación de causa-efecto entre este desafortunado evento y sus acciones criminales posteriores.
Hemos comentado en El corazón delator y en El barril de amontillado la meticulosidad de las descripciones, el modus operandi. En este caso, el enunciador comenta esta minuciosidad: «estoy detallando una cadena de hechos y no quiero dejar ningún eslabón incompleto.» (El gato negro)
La explicación de la aparición de la imagen del gato ejecutado tras el incendio es escalofriante, hasta el punto de que se llega a convertir en un fantasma para el ejecutor, que le atormenta y hace crecer en él el sentimiento ausente siempre en un psicópata: el arrepentimiento: «Durante muchos meses no pude librarme del fantasma del gato, y en todo ese tiempo dominó mi espíritu un sentimiento informe que se parecía, sin serlo, al remordimiento.» (El gato negro)
Intenta encontrar un sustituto del gato y termina por hallar uno bastante parecido para llevarlo a su casa; su mujer lo acoge con cariño pero el criminal no lo soporta, le recuerda demasiado su salvaje acto y le produce imaginaciones estremecedoras: la mancha blanca del animal se le antoja un patíbulo. El carácter se le endurece de tal manera que pierde la poca cordura que le quedaba: intentando matar al gato asesina a su mujer. Con toda la sangre fría propia de los psicópatas, decide emparedarla (vs. El barril de amontillado). Con todo lujo de detalles, el enunciador procede a la descripción de la ocultación del cadáver.
El final de la historia no deja de tener un aspecto algo sádico: el animal que le había llevado a la locura es el que le delata con sus maullidos habiendo quedado atrapado con su mujer emparedada.
7. Los elementos de análisis en las cuatro obras:
El corazón delator (Cd)
El barril de amontillado (Ba)
El demonio de la perversidad (Dp)
El gato negro (Gn)
Cd | Ba | Dp | Gn | |
Escena | -habitación de víctima
-la esconde bajo tablas del suelo |
-bodegas-catacumbas
-cripta -víctima encadenada en nicho |
-dormitorio pequeño
y mal ventilado |
-asesinato del primer
gato: noche en casa -asesinato de su mujer: escalera de casa |
Modus
operandi: decisiones, métodos, técnicas |
-decide asesinar
a hombre tuerto con quien vive -le asusta con linterna -lo ahoga -lo descuartiza -esconde las partes bajo el suelo -actúa meticulosamente |
– castigar
impunemente -aprovecha encuentro en bullicio de carnaval y que víctima está ebria -aprovecha que víctima está ya ebria para seguir embriagándole con excusa del frío de bodega |
–premeditación y
reflexión por búsqueda de impunidad -envenenamiento por inhalación de humo de vela envenenada: se inspira en relato francés -meticulosidad |
-saca un ojo a su
gato con cortaplumas -lo ahorca en la rama de un árbol -queriendo matar al segundo gato, mata a su mujer de un hachazo por querer impedírselo -la empareda |
Firmas:
motivos |
-No persigue
propósito definido -no busca recompensa económica -tiene afecto al viejo -no está colérico -no le tiene rencor -el ojo tuerto del viejo le produce temor y enfurecimiento |
-decide vengarse por
injurias recibidas |
–móvil sin motivo,
motivo no motivado -fuerza irresistible= perversidad (instigación directa del demonio de la perversidad) – tendencia a hacer el mal por el mal -impulso radical, primitivo, elemental a pesar de conflicto interior -pero habla de herencia recibida |
-odia al primer gato
porque le mordió un poco al sentirse en peligro por la brusquedad del dueño -odia a todos por su adicción al alcohol -quiere matar al segundo gato porque le recuerda al primero que había matado -arremete contra su mujer porque quiere impedirle matar al segundo gato |
Víctimas;
perfil y relación con criminal |
-viejo indefenso
-bondadoso |
-punto débil: soberbia
de ser entendido en vinos -ingenuo y confiado -criminal lo considera «charlatán» -carece de sentido del ridículo |
-se desconocen sus
datos, pero debe existir vínculo familiar con criminal porque éste hereda |
-gato de casa
-su mujer, amante de los animales y paciente con su crueldad |
Discurso
del criminal (antes y después del crimen) |
-reivindica su cordura
-orgullo por meticulosidad y habilidad -orgullo por sagacidad -expresa breve sentimiento de compasión -expresa ansiedad ante la proximidad del acto criminal -expresa satisfacción por haber realizado acto diligentemente -expresa tranquilidad por haber solucionado irritación que le producía ojo del viejo -se muestra excesivamente solícito con policía -expresa terror y rabia por oír latido del viejo y creer que se están burlando de su espanto |
-expresa firme
resolución de venganza impune –premeditación y alevosía -demuestra preocupación por salud de víctima para ganarse su confianza y aumentar su deseo de mostrar conocimientos –cinismo: se burla de víctima respecto a símbolo de masonería -expresa momento de vacilación cuando está terminando de cerrar el nicho -para fortalecerse supera con sus gritos a la víctima -describe opresión en corazón al terminar de encerrar a víctima pero la atribuye a humedad |
-reivindica su
cordura pero víctima del demonio de la perversidad -orgullo por meticulosidad -expresa placer experimentado por crimen perfecto, mayor que beneficio económico de herencia -satisfacción se convierte en obsesión (T.O.C.) de confesar su crimen -termina por confesar e voz alta su crimen |
– reivindica su
cordura -se confiesa aterrorizado por su acto criminal -reconoce debilidad en infancia -culpa al demonio de la perversidad de su cambio comportamental -se compadece de sí mismo al hablar de su adicción al alcohol -expresa remordimiento -explica que lo hace a sabiendas de que su acto no tiene perdón -cuando mata a su mujer siente el peso del crimen sobre su alma |
8. Coincidencias
En tres de los cuatro cuentos, el criminal – el enunciador – reivindica su cordura, como en un intento de asegurarse de que no quepan dudas sobre su capacidad de hacer el mal desde la plena conciencia del acto criminal. No se hace mención alguna al mundo sobrenatural sino al mundo interior del criminal, un mundo grotesco y complejo habitado por sentimientos encontrados.
Hemos comentado al principio del trabajo que el perfecto psicópata no conoce la empatía; en un primer acercamiento, los personajes analizados tienen muchos puntos en común con el criminal psicópata: se excita con el riesgo y muestra inteligencia en la organización de sus asesinatos, sin embargo el sentimiento de culpa o arrepentimiento aparece en algunos enunciados, aunque sea de forma pasajera. La vacilación en el momento de cerrar el nicho en El barril de amontillado demuestra una mínima inseguridad por la atrocidad del acto que está cometiendo. De igual manera, el criminal de El corazón delator expresa un breve sentimiento de compasión por el pobre viejo. Un sentimiento de opresión aparece en el asesino de El barril de amontillado al terminar de encerrar a su víctima, mas lo atribuye a la humedad. En El gato negro es donde más claramente se aprecia el remordimiento y el terror del daño infligido; el personaje confiesa su debilidad en la niñez, en la que fue víctima de burlas por parte de sus compañeros. Se adivina un ser que ha sufrido el desengaño de falsas amistades, y que en el amor de su mujer y de los animales ha podido encontrar refugio. Por ello, atribuye sus actos criminales a la influencia de una fuerza exterior, el demonio, así como a su debilidad, que le ha conducido a la dependencia del alcohol.
Los personajes de los cuentos analizados son psicópatas en muchos aspectos, de ninguna manera son enfermos mentales sino sujetos afectados por trastornos de la personalidad, no tienen alucinaciones ni delirios, y son totalmente conscientes de la diferencia entre lo real y lo imaginario, estando perfectamente situados en las coordenadas espacio-temporales. Los enfermos mentales cometen los delitos llevados por alucinaciones, no planifican, en tanto que los psicópatas utilizan una estrategia y premeditan cómo van a atraer a sus víctimas y cómo van a llevar a cabo cada movimiento.
El tipo de psicopatología que Poe utiliza es siempre el mismo, no se trata de asesinos en serie ni de delincuentes sino de hombres que llevan una vida normal y que arremeten contra personas de su entorno más cercano en un momento dado, movidos por una obsesión o bien por un impulso irrefrenable. Individuos absorbidos en sí mismos sin conciencia ni sentimiento alguno hacia los demás y para quienes las reglas sociales no tienen ningún significado. Depredadores en quienes la violencia es planeada, decidida y carente casi siempre de emociones reflejando un estado de desprendimiento, de audacia y posiblemente de disociación. Tal vez la motivación última es el control y la dominación, y la ausencia de temor es probablemente la característica prototípica. Finalmente, la literatura clínica distingue entre varios tipos de psicópatas.
Los primarios son inmunes a la aprensión y parecen incapaces de experimentar cualquier tipo de emoción genuina. En cambio, los secundarios pueden sentir el estrés, la ansiedad y la culpabilidad, no son pues completamente psicopáticos. Tanto los primarios como los secundarios están subdivididos en descontrolados y carismáticos. Los descontrolados parecen enfadarse o enloquecerse más fácilmente, los carismáticos utilizan su talento a su favor para manipular y conducir la situación donde les interesa para conseguir sus fines. Por lo tanto, según esta taxonomía, concluimos que Poe crea psicópatas primarios y secundarios tanto descontrolados como carismáticos.
Referencias
GARRIDO, V. (2003): El psicópata. Un camaleón en la sociedad actual. Alzira: Algar.
GARRIDO, V. & P. LÓPEZ (2006): El rastro del asesino. El perfil psicológico de los criminales en la investigación policial. Barcelona: Ariel.
JIMÉNEZ SERRANO, J. (2006). Perfil psicológico criminal. <http://www.psicologia-online.com/articulos/2006/perfil_psicologico_criminal.shtml> VII Curso de Criminología Psicosocial. Universidad Complutense de Madrid, 2006. [Fecha acceso 10/06/2009].
KNIGHT-JADCZYK,L. ¿Qué es un psicópata?
<http://quantumfuture.net/sp/pages/psicopatia.html> [Fecha acceso 20/ 07/2009]
LAMNEK, S. (2006). Teorías de la criminalidad. México: Siglo XXI.
POE, E.A. (2001). Narraciones extraordinarias. (1ª selección). Barcelona: Editorial Juventud, S.A.
Obras de Poe digitalizadas:
El barril de amontillado [Fecha acceso 10/06/2009]
<http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/poe/barrilde.htm>
El corazón delator [Fecha acceso 10/06/2009]
<http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/poe/corazon.htm>
El demonio de la perversidad [Fecha acceso 10-6-2009]
<http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/poe/demonio.htm>
El gato negro [Fecha acceso 10-6-2009]
<http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/poe/gato.htm>
Notas:
The Tell-Tale Heart, publicado por primera vez en el periódico literario The Pioneer, en enero de 1843 y republicado en el periódico The Broadway Journal en su edición del 23 de agosto de 1845.