SOPEÑA BALORDI, A.Emma (2011) «Personajes psicópatas de Poe». A 21st Century Retrospective View about Edgar Allan Poe. Llácer, E. et al. (eds.)Bern: Peter Lang. pp.69-86. ISBN: 978-3-0343-0595-2
Personajes psicópatas de Poe
A.Emma Sopeña Balordi
Universitat de València
Resumen
El objetivo del perfil criminológico es delimitar las características de la personalidad del criminal focalizando las posibilidades de investigación. Nuestro trabajo se basa en el análisis del discurso de los narradores criminales de cuatro cuentos de Poe. En ellos estudiaremos las escenas de los crímenes, el modus operandi, las firmas o motivos de los crímenes, la victimología y la selección discursiva de los narradores. La personalidad psicópata comete acciones criminales sin experimentar sentimiento de culpa; incapaz de experimentar emociones, se excita con el riesgo, no admite normas y presenta rasgos de impulsividad, irresponsabilidad e irritabilidad, capacidad de seducción y manipulación.
Palabras clave:
perfil criminal, discurso del criminal, personalidad psicópata
The aim of criminal profiling is to establish the features of a
perpetrator’s psychology in order to zero in on the possibilities of the investigation. This paper analyses the discourse of criminal narrators in four tales by Poe. The objects of study are the crime scenes, the modi operandi, the signatures or motives of a crime, victimology and the discursive selection of narrators. The psychopathic personality executes crimes without experiencing any feeling of guilt; unable to feel emotions, the perpetrator becomes excited with risk, rejects norms and is typically impulsive, irresponsible and easily irritated; furthermore, the criminal mind possesses the skills to seduce and manipulate others.
Key words: criminal profiling, discourse of criminal subjects, psychopathic personality
Personajes psicópatas de Poe
1. Introducción: el psicópata y su perfil criminológico
La psicopatía es un grave trastorno de las emociones, sentimientos, razonamientos y conductas. El psicópata fue descrito en los primeros tratados psiquiátricos del siglo XIX como «loco moral» en el sentido de no regirse por normas y principios adquiridos en la sociedad, a través del aprendizaje del entorno, sino de desafiar toda ética al carecer de conciencia de culpa: cuando toma una decisión no cuenta con la información emocional en su razonamiento. Este tipo de individuos pueden ser gente integrada en la sociedad y dejar de serlo al salir a la luz la violencia que albergan y pasar así a convertirse en psicópatas criminales.
Atendiendo a las clasificaciones diagnósticas, el psicópata no es en realidad un enfermo mental ya que el criterio de inclusión seguido para que un sujeto sea calificado de enfermo mental radica en la corrección del razonamiento y el psicópata piensa correctamente por escaso o nulo que sea su nivel de inteligencia emocional, pero este análisis no se contempla en el diagnóstico a pesar de que suponga la unión de lo cognoscitivo y lo emocional. El psicótico se diferencia del neurótico en que este último es consciente de que padece una enfermedad que le causa problemas y sufrimientos y desea liberarse, en cambio, el psicótico no sufre por su trastorno.
A partir de 1970 la técnica del perfil criminológico se convierte en una estrategia de investigación. El término offender profiling (perfil del delincuente) fue creado en el FBI en Quantico (Virginia) para designar la técnica de descripción del comportamiento de un asesino. En la Unidad de Ciencias de la Conducta (UCC) en la Academia de Quantico describieron el perfil criminológico con el fin de procesar la información específica sobre el tipo de individuo criminal. A lo largo de 1990, la UCC pasó por varias transformaciones y en la actualidad el Centro Nacional para el Análisis del Crimen es la encargada de realizar los perfiles criminológicos. Así pues, y siguiendo a Garrido (2006), el objetivo del perfil criminológico es delimitar las características de la personalidad del criminal focalizando las posibilidades de investigación. No obstante, el perfil tiene sus limitaciones, no es una ciencia exacta, está basada en el análisis de la huella psicológica que el asesino deja en sus crímenes y en datos estadísticos recogidos de otros casos y de los datos teóricos aportados por la psicología y la criminología. Se trata, por lo tanto, de un estudio de probabilidades. Uno de los ámbitos de este análisis del perfil es su función teórica, puesto que sirve para profundizar en el conocimiento del hecho criminal.
El trabajo que hemos emprendido se basa en el análisis del discurso de los narradores criminales de cuatro cuentos de Poe. La psicología criminal intenta comprender las motivaciones de los delincuentes, qué busca el asesino con su acción. La pregunta «por qué» pretende determinar el móvil, «para qué» busca la finalidad última de la acción criminal, comprender lo que el criminal quiere expresar cuando comete el crimen, que constituye una historia, una narración.
En los cuentos de Poe estudiaremos los siguientes elementos:
a) las escenas de los crímenes, lugares elegidos por los criminales de las obras analizadas para matar a sus víctimas
b) el modus operandi (método de ejecución), métodos utilizados para llevar a cabo los crímenes, describe las técnicas y las decisiones tomadas por los asesinos, cómo se realizan los crímenes y qué características psicológicas se pueden deducir de los métodos (planificador, inteligente, descuidado, perfeccionista, sádico…). El modus operandi difiere del motivo del delincuente, el primero es el método empleado para cometer el crimen, mientras que el motivo es la razón para llevarlo a cabo; el motivo se refleja en las conductas de la firma (signature behaviour), conductas que pretenden satisfacer las necesidades psicológicas y emocionales del agresor.
c) las firmas, los motivos de los crímenes, el por qué, reflejan las razones por las que los asesinos llevan a cabo los homicidios; presentan qué quieren decir los asesinos con los crímenes y pueden explicar sus necesidades psicológicas y emocionales. La firma, la compulsión personal, es estática, el modus operandi es cambiante. El aspecto general de la firma
representa los temas emocionales o psicológicos que el delincuente satisface cuando comete el delito. Estos incluyen, entre otros, los siguientes tipos de motivos: lucro, ira, venganza, ganar confianza, experimentación, deseo de afirmarse, de arrogarse el derecho de algo, y el sadismo […]. La segunda parte de la firma del delincuente la comprenden los aspectos que son manifestados por las conductas de esa firma. […] actos cometidos por un delincuente que no son necesarios para cometer el delito, pero que denotan las necesidades emocionales o psicológicas del delincuente, es decir, denota esa motivación (aspecto general). (Garrido 2006: 46)
d) la victimología, protagonista del hecho criminal, nos da información de cómo su asesino se relaciona con sus víctimas, lo que nos proporciona una huella psicológica importante para realizar el perfil. En un crimen hay dos protagonistas, el asesino y su víctima, entre ellos hay una relación, el asesino usa a la víctima para narrar su historia, para satisfacer sus fantasías personales pero también para dejar constancia de su relación con el mundo. Y es en esta relación donde se refleja más su personalidad (Jiménez 2006).
e) la selección discursiva de los narradores; por medio del propio discurso de los cuatro narradores, intentaremos conocer el perfil psicológico que Poe ha creado.
2. La personalidad psicópata: el perfecto depredador
El psicópata comete acciones criminales sin experimentar sentimiento de culpa por su total ausencia de escrúpulos, puede ser una persona de comportamientos aparentemente normales pero incapaz de empatizar, por lo que interactúa con los demás como si fuesen objetos utilizables para satisfacer sus necesidades. Considera que su entorno se encuentra dividido en dos bandos: los ganadores y los perdedores, por ello, se le antoja absurdo no aprovecharse de las debilidades ajenas y de su capacidad para discernir los puntos débiles de aquellos con quienes se relaciona. No le importan las consecuencias de sus actos criminales. «La falta de culpabilidad y remordimiento puede ser evidente por el fracaso en la apreciación de la gravedad de sus hechos.» (Garrido 2003: 80) Como veremos en más adelante en los personajes analizados, puede ser una persona colérica, mostrando tendencia a sentirse fácilmente ofendido y a enfurecerse por trivialidades y «el alcohol suele añadir dificultad al autocontrol del sujeto». (Garrido 2003: 82)
No consigue experimentar emociones, se excita con el riesgo, no admite normas y puede ser muy inteligente en la organización de sus acciones criminales. Presenta rasgos de impulsividad – no sopesa los pros y los contras de sus decisiones ni las consecuencias de éstas -, irresponsabilidad e irritabilidad. Su conducta está carente de reflexión y previsión, las consecuencias le traen sin cuidado. Es rígido e inflexible y, a diferencia de otros individuos con personalidad trastornada, no ve razones para cambiar, no sufre deterioro de las funciones mentales, de la capacidad de razonar. La impulsividad busca la satisfacción inmediata sin demorar la gratificación, el psicópata no modifica su súbito deseo aunque las circunstancias lo exijan, pese a todo y pese a sí mismo incluso y es
extraordinariamente reactivo a lo que él considera que son las provocaciones o los insultos, actuando con violencia física o verbal. No posee esa capacidad que tenemos los demás de controlarnos, de inhibirnos frente a los deseos que podamos tener de agredir a alguien. Simplemente pasa a la acción; su respuesta es también muy violenta cuando ha de enfrentarse a los reveses y frustraciones que inevitablemente aparecen, y tolera mal las críticas […)] los arrebatos […] suceden de un modo más frío y controlado. (Garrido 2000: 45)
Otra de sus características es, incluso, la capacidad de seducción, puede ser locuaz, aunque con un poco de observación se aprecia su superficialidad e insinceridad; es un manipulador que, sabiendo diferenciar el bien del mal y conociendo las leyes, no le importan lo más mínimo, así como tampoco el dolor infligido. Cuando la seducción no da resultado puede convertirse en un ser duro y hostil. El psicópata se siente superior, convicción que le conduce a engañar, a manipular y a cosificar al otro en la búsqueda de su beneficio personal sin freno alguno de la conciencia. A ello contribuye su tendencia a la violencia. Su autoestima es elevada, es narcisista, egocéntrico, arrogante y dominante y capaz de acometer empresas criminales absurdas sin ninguna ganancia personal que no sea la inmediata satisfacción de su capricho gratuitamente violento. Esta característica le diferencia del delincuente habitual ya que el psicópata rara vez se aprovecha de los beneficios de su delito, sus actos antisociales no se realizan para conseguir ventajas materiales.
Los cuatro personajes elegidos para el presente trabajo corresponden a cuatro personalidades psicópatas, cuatro perfiles criminales.
3. El corazón delator (The Tell-Tale Heart)
La historia presenta a un narrador obsesionado con el ojo enfermo de un anciano con el cual convive. Finalmente decide asesinarlo. El crimen es estudiado cuidadosamente y, tras ser perpetrado, el cadáver es despedazado y escondido bajo las tablas del suelo de la casa. La policía acude a la misma y el asesino acaba delatándose a sí mismo, imaginando alucinadamente que el corazón del viejo se ha puesto a latir bajo la tarima. No se sabe cuál es la relación entre víctima y asesino. La ambigüedad y la falta de detalles acerca de los dos personajes principales están en agudo contraste con el detallismo con que se recrea el crimen.
El narrador insiste, desde el primer momento, en que es una persona normal pero muy nerviosa, y esa enfermedad (sic) ha agudizado sus sentidos, sobre todo el del oído. El anciano tiene un ojo que le aterra «resembled that of a culture – a pale blue eye, with a film over it.» (Poe 1994: 267). A pesar del gran afecto que siente por él, la mirada del anciano le produce tal ansiedad que, de forma gradual, toma la decisión de quitarle la vida, librándose así para siempre de su ojo maldito. Se siente orgulloso de su hazaña, llevada a cabo con maestría, lo que pone en evidencia para demostrar que no está loco, ya que, desde su punto de vista, un loco no podría proceder con su pericia. Es hábil, taimado y demuestra grandes dosis de paciencia para conseguir su propósito. If still you think me mad, you will think so no Langer when I describe the wise precautions I took for the concealment of the body. (Poe 1994:270)
Sin embargo, empieza a sentirse indispuesto, un malestar insoportable se hace presa de él, hasta terminar conduciéndole a la confesión para ponerle fin:
I felt myself getting pale and whished them gone. My head ached, and I fancied a ringing in my ears: […] The ringing became more distinct: (…) I talked more freely to get rid of the feeling: but it continued and gained definitiveness – until, at length, I found that the noise was not within my ears. No doubt I now grew very pale […] the sound increased […] it was a low, dull, quick sound – much such a sound as a watch makes when enveloped in cotton. I gasped for breath […] the noise steadily increases […] (Poe 1994:271)
4. El barril de amontillado (The cask of Amontillado)
El cuento se centra en la venganza como castigo implacable por un insulto cuyo contenido no llegamos a conocer. El asesino, Montrésor, se dirige a su/s interlocutor/es en lo que parece una confesión, pero no podemos tener la certeza, tal vez las palabras in pace requiescat son pronunciadas por el mismo asesino refiriéndose a la víctima. «The thousand injuries of Fortunato I had borne as I best Could.; but when he ventured upon insult, I vowed revenge. You, who so well know the nature of my soul.» (Poe 1994: 374)
Los criminales de Poe son fríos y calculadores, perfectos depredadores, incapaces de exteriorizar – y seguramente de experimentar – el más mínimo sentimiento de piedad hacia el prójimo. Estudian la situación, el modus operandi y a la víctima al acecho de la oportunidad idónea para llevar a cabo su crimen. «I must not only punish, but punish with impunity. A wrong is unredressed when the avenger mails to make himself felt as such to him who has done the wrong.» (Poe 1994: 374)
Siempre son presas fáciles. En este caso, el hecho de estar bebido y de ir vestido de bufón en el Carnaval nos muestra el lado grotesco de la víctima: Poe lo desprecia y nos conduce igualmente a despreciarlo. Montrésor es, además, un pobre infeliz a quien se puede engañar fácilmente haciéndole caer en la trampa del orgullo de ser connaisseur de vinos. «He had a Peak point – this Fortunato – […] He prided himself on his connoisseurship in wine. (Poe 1994: 374)
La cripta es un estereotipado escenario gótico, oscuro, húmedo, con esqueletos … y allí se quedará el pobre infeliz, lapidado, haciéndoles compañía.
We had passed through walls of piled bones, […] into the inmost recesses of the catacombs […]The drops of moisture trickle among the bones […] We passed through a range of low arches, descended, passed on, and descending again, arrived at a deep crypt, in which the foulness of the air caused our flambeaux rather to glow than flame. At he most remote end of the crypt there appeared another less spacious. Its walls had been lined with human remains, piled to the vault overhead, in the fashion of the great catacombs of Paris. Three sides of this interior crypt were still ornamented in this manner. From the fourth the bones had been thrown down, and lay promiscuously upon the earth, forming at one point a mound of some size. Within the wall thus exposed by the displacing of the bones […] (Poe 1994: 378)
El psicópata recobra la sobriedad al darse cuenta de lo que le va a suceder, pretende huir pero en vano intenta liberarse; sus lamentos son un dulce canto para los oídos de su asesino. «But is it not getting late! […] Let us be gone […] For the love of God, Montresor!» (Poe 1994: 380)
5. El demonio de la perversidad (The imp of the perverse)
El demonio de la perversidad es un discurso autopunitivo y autodestructivo. A diferencia de El corazón delator, este texto no presenta los detalles meticulosamente, el modus operandi está poco elaborado pero sabemos que es perfecto por sus resultados. Sin embargo, incomprensiblemente, empieza a obsesionarse con la idea de delatarse a sí mismo, pierde la razón y confiesa su crimen. La «perversidad» – perverseness en el texto original – remite a un impulso primitivo e inmotivado que empuja a quien lo padece a cometer delitos, incluso en contra de sus propios intereses. No es la única vez que esta tendencia aparece en Poe, como veremos más adelante, en El gato negro utiliza igualmente este problema psíquico al igual que en El corazón delator.
La perversidad es pues entendida por Poe como la capacidad de ciertas personas para emprender acciones perversas con un móvil sin motivo, un motivo no motivado esta sinrazón conduce al sujeto a comportarse de manera incomprensible, y esta inclinación, en ciertas condiciones llega a ser absolutamente irresistible (El demonio de la perversidad). Una tendencia irreprimible a hacer el mal por el mal mismo: Es un impulso radical, primitivo, elemental (El demonio de la perversidad). Y nadie está a salvo de, en alguna ocasión, ejercer de perverso, incluso con el discurso:
There lives no man who at some period has not been tormented, for example, by an earnest desire to tantalize a listener by circumlocution. The speaker is aware that he displeases; he dreads and deprecates the anger of him whom he addresses; yet, the thought strikes him, that by certain involutions and parentheses this anger may be engendered. (…) The impulse increases to a wish, the wish to a desire, the desire to an uncontrollable longing (Poe 1994: 359)
Para Poe, la perversidad es una instigación directa del demonio (El demonio de la perversidad) y el enunciador del cuento se considera una de las innumerables víctimas de este demonio de la perversidad.
Como los otros personajes analizados, el criminal es un hombre meticuloso que durante meses analiza escrupulosamente los detalles de su modus operandi con el fin de no dejar ningún detalle al azar; al final, inspirado en una obra literaria, se decide por el envenenamiento por inhalación utilizando una vela con emanaciones tóxicas. Realiza su crimen concienzudamente, elimina todas las posibles pistas con inteligencia y se siente satisfecho por su trabajo perfectamente ejecutado. «It is inconceivable how Rich a sentiment of satisfaction arose in my bosom as I reflected upon my absolute security. For a very long period of time I was accustomed to revel in this sentiment.» (Poe 1994: 361-362)
A diferencia de los otros tres cuentos objeto de análisis, en esta ocasión, el criminal tiene un objetivo material: hacerse con la herencia de su víctima. Sin embargo, la enorme complacencia que experimenta no procede tanto del disfrute de la riqueza como de su hazaña perversa: «It afforded me more real delight than all the mere worldly advantages accruing from my sin. (Poe 1994: 362)
Cuando empieza a notar los síntomas de la obsesión, se repite a sí mismo, como una letanía, estoy a salvo; como un obsesivo compulsivo, el asesino sigue repitiéndose el conjuro con idéntica formulación hasta que, un día, lo cambia: Estoy a salvo, estoy a salvo si no soy lo bastante tonto para confesar abiertamente. El criminal de esta historia padece trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y queda preso de una cavilación que le llevará al desastre. El TOC es un síndrome psiquiátrico perteneciente al grupo de los desórdenes de ansiedad, caracterizado por obsesiones, ideas, pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes y persistentes que son egodistónicos, es decir, producidos involuntariamente, pensamientos que invaden la conciencia y que son vividos como muy negativos o sin sentido; el enfermo realiza intentos para ignorarlos o suprimirlos, pero es incapaz de conseguirlo. Los llamados atormentados y obsesivos puros experimentan pensamientos negativos reiterados, que resultan incontrolables y muy perturbadores, no obstante, a diferencia de quienes sufren los demás tipos de TOC, no se entregan a comportamientos reiterativos de tipo físico (compulsiones), sino cavilaciones reiteradas. La obsesión puede estar asociada a un sentimiento de culpa o de vergüenza.
Podemos comprobar que el sentido que Poe confiere al vocablo perversidad en este cuento es, precisamente, el de pensamiento obsesivo puesto que el criminal ya lo ha experimentado en anteriores ocasiones: «I had some experience in these fits of perversity (whose nature I have been at some trouble to explain), and I remembered well that in no instance I had successfully resisted their attacks.» (Poe 1994: 362)
Los pensamientos obsesivos de los atormentados y obsesivos puros pueden conducirles a realizar acciones contra el propio interés; esto es precisamente lo que le ocurre al protagonista:
«my own casual self-suggestion, that I might possibly be fool enough to confess the murder of which I had been guilty, confronted me, as if the very ghost of him whom I had murdered – and beckoned me on to death.» (Poe 1994: 362)
Por ello, Poe lo denomina demonio de la perversidad. Una especie de venganza demoníaca enviada del más allá por la víctima. El criminal acude a comportamientos compulsivos, conductas repetitivas y aparentemente finalistas, que se realizan según determinadas reglas de forma estereotipada, la conducta no es un fin en sí misma, está diseñada para evitar algún acontecimiento. El acto se realiza con una sensación de compulsión subjetiva junto con un deseo de resistir a la compulsión, por lo menos inicialmente. Por lo general, el individuo reconoce la falta de sentido de la conducta pero le procura un alivio de su tensión. Tal es el comportamiento del criminal de la historia:
At first, I made an effort to shake off this nightmare of the soul. I walked vigorously – faster – still faster – at length I rum. I felt a maddening desire to shriek aloud. Every succeeding wave of thought overwhelmed me with new terror, for, alas! I well, too well, understood that to think, in my situation, was to be lost. I still quickened my pace. I bounded like a madman through the crowded thoroughfares. (Poe 1994: 362)
También sufre trastornos psicosomáticos: «I gasped for breath. For a moment I experienced all the pangs of suffocation; I became blind, and deaf, and giddy.» (Poe 1994: 362)
Hasta que una fuerza más poderosa que su resistencia le conduce a la confesión de su crimen: la fuerza del demonio de la perversidad. Y en ese momento, alcanza la serenidad: «They say I spoke with a distinct enunciation, but with marked emphasis and passionate hurry, as if in dread of interruption before concluding the brief but pregnant sentences that consigned me to the hangman and to hell.» (Poe 1994: 363)
6. El gato negro (The Black Cat)
El gato negro es, sencillamente, un relato espeluznante en el que el alcohol altera la personalidad de un hombre, convirtiéndolo en un ser irascible y furioso que acabará matando al gato que vive en casa con su mujer. Un demente sádico por adicción a la bebida que, por medio del relato, desea descargar su conciencia antes de morir. En este punto apreciamos una diferencia con los protagonistas anteriores, incapaces de exteriorizar sentimientos ni de necesitar liberarse de sus fantasmas y sus yerros. «In their consequences, these events have terrified – have tortured – have destroyed me.» (Poe 1994: 311)
El criminal se describe a sí mismo como un ser bondadoso y dócil, amante de los animales; su bondad incluso tuvo efectos perjudiciales para él ya que llegaba a convertirse en objeto de burla de sus compañeros. Se sentía dichoso con su mujer con quien compartía su amor por los animales. Pero su temperamento sufrió una transformación que el enunciador atribuye a la presencia del demonio en su interior. Se torna irritable, melancólico e indiferente hacia los sentimientos ajenos; precisamente esta actitud emocional es la que caracteriza, como hemos visto, al psicópata. Al principio de este trastorno de personalidad, el gato se libra de sus ataques de violencia, pero en un momento en que el felino, asustado por la violencia del amo, le muerde ligeramente la mano, se apodera del psicópata una furia demoníaca: «My original soul seemed, at once, to take its flight from my body; and a more than fiendish malevolence, gin-nurtured, thrilled every fibre of my frame.» (Poe 1994: 312-313)
Es el momento del fin del animal, el protagonista le arranca un ojo con un cortaplumas. Sin embargo, de nuevo aparecen síntomas que diferencian a este personaje de los otros que nos ocupan: «When reason returned with the morning – (…) I experienced a sentiment half of horror, half of remorse, for the crime of which I had been guilty.» (Poe 1994: 313)
El sentimiento de culpa hemos visto que no existe en el psicópata; lamentablemente la sinrazón es mucho más poderosa: «it was, at best, a feeble and equivocal Keeling, and the soul remained untouched.» (Poe, 1994: 313) Pero debemos tener presente que el protagonista atribuye su perturbación demoníaca a los efectos del alcohol: «for what disease is like Alcohol? (Poe 1994: 312), «when I had slept off the fumes of the night’s debauch». (Poe 1994: 313)
El alcohol es, como suele suceder, por un lado el elemento propulsor de los comportamientos violentos, por el otro el refugio del sentimiento de culpa: «I again plunged into excess, and soon drowned in wine all memory of the deed.» (Poe 1994: 313)
El espíritu de la perversidad surge de nuevo. Ese impulso primordial que Poe considera permanente en el ser humano y que arrastra al hombre a buscar el mal para sí mismo; es la razón que lleva a los protagonistas de Poe a confesar contra su voluntad sus asesinatos, «one of the primitive impulses of the human heart – one of the indivisible primary faculties, or sentiments, which give direction to the character of Man.» (Poe 1994: 313)
La pulsión que lleva al individuo a cometer acciones malvadas por la simple razón de que no debía cometerla, el insondable anhelo del criminal que se veja a sí mismo, que violenta su propia naturaleza, que actúa con maldad impulsado por la misma maldad vacía de objetivo si no es el de dañar al prójimo. La lucha entre el personaje y la maldad que se ha apoderado de su libre albedrío es feroz: «hung it with the tears streaming from my eyes, and with the bitterest remorse at my heart.» (Poe 1994: 313-314)
El tema de la ley divina y humana surge en ese momento, al recordar su acción criminal: «to violate that which is Law, merely because we understand it to be such.» (Poe 1994: 313)
«hung it because I knew that in so doing I was committing a sin – a deadly sin that would so jeopardize my immortal soul as to place it […] even beyond the reach of the infinitive mercy of the Most Merciful and Most Terrible God.» (Poe 1994: 314)
Tras el acto criminal, el psicópata pierde su hacienda y fortuna en un incendio, y cae en profunda depresión, pero deja bien claro que sería una debilidad establecer relación de causa-efecto entre este desafortunado evento y sus acciones criminales posteriores.
Hemos comentado en El corazón delator y en El barril de amontillado la meticulosidad de las descripciones, el modus operandi. En este caso, el enunciador comenta esta minuciosidad: «I am Retailing a chain of facts – and wish not to leave even a possible link imperfect.» (Poe 1994: 314)
La explicación de la aparición de la imagen del gato ejecutado tras el incendio es escalofriante, hasta el punto de que se llega a convertir en un fantasma para el ejecutor, que le atormenta y hace crecer en él el sentimiento ausente siempre en un psicópata: el arrepentimiento: «For months I could not rid myself of the phantasm of the cat; and, during this period, there came back into my spirit a half-sentiment that seemed, but was not, remorse.» (Poe 1994: 315)
Intenta encontrar un sustituto del gato y termina por hallar uno bastante parecido para llevarlo a su casa; su mujer lo acoge con cariño pero el criminal no lo soporta, le recuerda demasiado su salvaje acto y le produce imaginaciones estremecedoras: la mancha blanca del animal se le antoja un patíbulo. El carácter se le endurece de tal manera que pierde la poca cordura que le quedaba: intentando matar al gato asesina a su mujer. Con toda la sangre fría propia de los psicópatas, decide emparedarla (vs. El barril de amontillado). Con todo lujo de detalles, el enunciador procede a la descripción de la ocultación del cadáver.
El final de la historia no deja de tener un aspecto algo sádico: el animal que le había llevado a la locura es el que le delata con sus maullidos habiendo quedado atrapado con su mujer emparedada.
7. Los elementos de análisis en las cuatro obras:
El corazón delator (Cd)
El barril de amontillado (Ba)
El demonio de la perversidad (Dp)
El gato negro (Gn)
Cd | Ba | Dp | Gn | |
Escena
|
-habitación de
víctima -la esconde bajo tablas del suelo |
-bodegas-
catacumbas -cripta -víctima encadenada en nicho |
-dormitorio pequeño
y mal ventilado |
-asesinato del
primer gato: noche en casa -asesinato de su mujer: escalera de casa |
Modus
operandi: decisiones, métodos, técnicas |
-decide
asesinar a hombre tuerto con quien vive -le asusta con linterna -lo ahoga -lo descuartiza -esconde las partes bajo el suelo -actúa con meticulosidad |
– castigar
impunemente -aprovecha encuentro en bullicio de carnaval y que víctima está ebria -aprovecha que víctima está ya ebria para seguir embriagándole con excusa del frío de bodega |
–premeditación y
reflexión por búsqueda de impunidad -envenenamiento por inhalación de humo de vela envenenada: se inspira en relato francés -meticulosidad |
-saca un ojo a su
gato con cortaplumas -lo ahorca en la rama de árbol -queriendo matar al segundo gato, ata a su mujer de un hachazo por querer impedírselo -la empareda |
Firmas:
motivos
|
-No persigue
propósito definido -no busca recompensa económica -tiene afecto al viejo -no está colérico -no le tiene rencor -el ojo tuerto del viejo le produce temor, enfurecimiento |
-decide vengarse por
injurias recibidas |
–móvil sin motivo,
motivo no motivado -fuerza irresistible= perversidad (instigación directa del demonio de la perversidad) – tendencia a hacer el mal por el mal -impulso radical, primitivo, elemental a pesar de conflicto interior -pero habla de herencia recibida |
-odia al primer
gato porque le mordió un poco al sentirse en peligro por la brusquedad del dueño -odia a todos por su adicción al alcohol -quiere matar al segundo gato porque le recuerda al primero que había matado -arremete contra su mujer porque quiere impedirle matar al segundo gato |
Víctimas;
perfil y relación con criminal
|
-viejo indefenso
-bondadoso |
-punto débil:
soberbia de ser entendido en vinos -ingenuo y confiado -criminal lo considera «charlatán» -carece de sentido del ridículo |
-se desconocen sus
datos, pero debe existir vínculo familiar con criminal porque éste hereda |
-gato de casa
-su mujer, amante de los animales y paciente con su crueldad |
Discurso
de criminal (antes y después de crimen) |
-reivindica su
cordura -orgullo por meticulosidad y habilidad -orgullo por sagacidad -expresa breve sentimiento de compasión -expresa ansiedad ante la proximidad del acto criminal -expresa satisfacción por haber realizado acto diligentemente -expresa tranquilidad por haber solucionado irritación que le producía ojo del viejo -se muestra Excesivamente solícito con policía -expresa terror y rabia por oír latido del viejo y creer que se están burlando de su espanto |
-expresa firme
resolución de venganza impune –premeditación y alevosía -demuestra preocupación por salud de víctima para ganarse su confianza y aumentar su deseo de mostrar conocimientos –cinismo: se burla de víctima respecto a símbolo de masonería -expresa momento de vacilación cuando está terminando de cerrar el nicho -para fortalecerse supera con sus gritos a la víctima -describe opresión en corazón al terminar de encerrar a víctima pero la atribuye a humedad |
-reivindica su
cordura pero víctima del demonio de la perversidad -orgullo por meticulosidad -expresa placer experimentado por crimen perfecto, mayor que beneficio económico de herencia -satisfacción se convierte en obsesión (T.O.C.) de confesar su crimen -termina por confesar e voz alta su crimen |
– reivindica su
cordura -se confiesa aterrorizado por su acto criminal -reconoce debilidad en infancia -culpa al demonio de la perversidad de su cambio comportamental -se compadece de sí mismo al hablar de su adicción al alcohol -expresa remordimiento -explica que lo hace a sabiendas de que su acto no tiene perdón -cuando mata a su mujer siente el peso del crimen sobre su alma |
8. Coincidencias
En tres de los cuatro cuentos, el criminal – el enunciador – reivindica su cordura, como en un intento de asegurarse de que no quepan dudas sobre su capacidad de hacer el mal desde la plena conciencia del acto criminal. No se hace mención alguna al mundo sobrenatural sino al mundo interior del criminal, un mundo grotesco y complejo habitado por sentimientos encontrados.
Hemos comentado al principio del trabajo que el perfecto psicópata no conoce la empatía; en un primer acercamiento, los personajes analizados tienen muchos puntos en común con el criminal psicópata: se excita con el riesgo y muestra inteligencia en la organización de sus asesinatos, sin embargo el sentimiento de culpa o arrepentimiento aparece en algunos enunciados, aunque sea de forma pasajera. La vacilación en el momento de cerrar el nicho en El barril de amontillado demuestra una mínima inseguridad por la atrocidad del acto que está cometiendo. De igual manera, el criminal de El corazón delator expresa un breve sentimiento de compasión por el pobre viejo. Un sentimiento de opresión aparece en el asesino de El barril de amontillado al terminar de encerrar a su víctima, mas lo atribuye a la humedad. En El gato negro es donde más claramente se aprecia el remordimiento y el terror del daño infligido; el personaje confiesa su debilidad en la niñez, en la que fue víctima de burlas por parte de sus compañeros. Se adivina un ser que ha sufrido el desengaño de falsas amistades, y que en el amor de su mujer y de los animales ha podido encontrar refugio. Por ello, atribuye sus actos criminales a la influencia de una fuerza exterior, el demonio, así como a su debilidad, que le ha conducido a la dependencia del alcohol.
Los personajes de los cuentos analizados son psicópatas en muchos aspectos, de ninguna manera son enfermos mentales sino sujetos afectados por trastornos de la personalidad, no tienen alucinaciones ni delirios, y son totalmente conscientes de la diferencia entre lo real y lo imaginario, estando perfectamente situados en las coordenadas espacio-temporales. Los enfermos mentales cometen los delitos llevados por alucinaciones, no planifican, en tanto que los psicópatas utilizan una estrategia y premeditan cómo van a atraer a sus víctimas y cómo van a llevar a cabo cada movimiento.
El tipo de psicopatología que Poe utiliza es siempre el mismo, no se trata de asesinos en serie ni de delincuentes sino de hombres que llevan una vida normal y que arremeten contra personas de su entorno más cercano en un momento dado, movidos por una obsesión o bien por un impulso irrefrenable. Individuos absorbidos en sí mismos sin conciencia ni sentimiento alguno hacia los demás y para quienes las reglas sociales no tienen ningún significado. Depredadores en quienes la violencia es planeada, decidida y carente casi siempre de emociones reflejando un estado de desprendimiento, de audacia y posiblemente de disociación. Tal vez la motivación última es el control y la dominación, y la ausencia de temor es probablemente la característica prototípica. Finalmente, la literatura clínica distingue entre varios tipos de psicópatas.
Los primarios son inmunes a la aprensión y parecen incapaces de experimentar cualquier tipo de emoción genuina. En cambio, los secundarios pueden sentir el estrés, la ansiedad y la culpabilidad, no son pues completamente psicopáticos. Tanto los primarios como los secundarios están subdivididos en descontrolados y carismáticos. Los descontrolados parecen enfadarse o enloquecerse más fácilmente, los carismáticos utilizan su talento a su favor para manipular y conducir la situación donde les interesa para conseguir sus fines. Por lo tanto, según esta taxonomía, concluimos que Poe crea psicópatas primarios y secundarios tanto descontrolados como carismáticos.
Referencias
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Poe, E.A. 1994. Selected Tales. London: Penguin Popular Classics.