ANTOLOGÍAS DE TEXTOS EN PROSA
2014. Antología II Concurso de Cartas, «Mi viaje»
© Letras con Arte. www.letrasconarte.es.tl p.27
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Viajar
Viajar se ha vuelto difícil, sobre todo si no se vive en una ciudad con aeropuerto muy internacional porque previamente hay que coger otro avión o un tren. Cuando te subes al avión de tu destino llevas al coleto un buen montón de horas. El primer taxi, el tren (con su primera cola), el segundo taxi y la segunda cola para las maletas – que puede ser la tercera si tienes que pasar a recoger visado por la oficina del mayorista -. Llega la siguiente cola, colísima, de la zona de embarque, todos rebuscando el cuerpo del delito olvidado en el fondo del equipaje de mano para echarlo en el depósito. Y a esperar hasta la otra cola para subir al avión, donde intentaremos acoplarnos. Ahorro al lector los detalles repletos de dolor de piernas, de comida de plástico y de tedio. Y llegamos. Otra cola para salir del avión, otra para pasar el control y recoger las maletas, si llegan. Todos mirando el agujero por donde se supone que tienen que salir, ansiosos, caray, cuánto tardan. A algunos suertudos les llegan en seguida. Otros esperamos. Empiezan las cavilaciones, lo que anima es que todavía hay gente esperando, ¡tantas no las pueden haber perdido! Cuando finalmente asoman por el agujero, el placer es indescriptible, qué suerte. Se cargan en el carrito y se sale al país de vacaciones. Solamente falta encontrar a quien lleva el cartel del mayorista, esperar a más turistas del mismo autobús, hacer cola para subir y mirar por la ventanilla hasta que se llega al hotel. Una vez allí, se hace la última cola del día para registrarse y coger la llave de la habitación, esperar a que suban las maletas e intentar aclararse con los trastos, ya que quienes tienen una larga experiencia de pérdida de maletas, se reparten las cosas con la persona con quien viajan para tener algo que ponerse si se pierde una de las dos. Al final, renuncias a ponerte la crema de las arrugas – a pesar de la pinta horrible – pasas de lavarte los dientes y, como no encuentras el pijama y tienes que prepararte la ropa del día siguiente, te dejas caer en la cama después de la ducha como Dios te trajo al mundo. Tienes que dormir, ¿dónde he puesto el diazepan?, porque al día siguiente empiezan las Vacaciones.